Con una amplia experiencia en la práctica de la inmigración y una pasión por el trabajo legal impactante, Michael aporta experiencia e innovación a su papel en Brooks Law. Se ocupa de una amplia gama de casos de inmigración, desde la defensa contra la expulsión y el asilo hasta las solicitudes basadas en la familia y el empleo, a la vez que ayuda al bufete a mantenerse a la vanguardia de la evolución de las leyes de inmigración mediante la integración de nuevas políticas en los sistemas tecnológicos del bufete.

Lo que más valora Michael es el espíritu de trabajo en equipo que define a Brooks Law. Para él, cada victoria es colectiva, y prospera en un entorno en el que la colaboración y las victorias compartidas forman parte del día a día.

El viaje de Michael hacia el derecho de inmigración comenzó de forma inesperada, a través de un caso voluntario mientras trabajaba en otro campo del derecho. Ese caso lo cambió todo. Se dio cuenta de que le apasionaba más su trabajo voluntario no remunerado que su trabajo legal remunerado. Inspirado por el impacto directo que podía tener en la vida de las personas, dejó su trabajo, abrió su propia práctica centrada en la inmigración, y, finalmente, se fusionó con una empresa más grande para ampliar su alcance y recursos.

A lo largo de los años, ha tenido el honor de ayudar a sus clientes a obtener la tarjeta de residencia o la ciudadanía tras más de 20 años de espera: cada caso es un testimonio de perseverancia y un momento de profunda alegría y satisfacción.

Michael cree en la preparación por encima de todo. Como dijo una vez uno de sus profesores de Derecho:
"Puede que no siempre seas la persona más lista de la sala, pero siempre puedes ser el más preparado."

Al construir relaciones con los clientes, Michael conduce con empatía, transparencia y un claro sentido de dirección. Sabe que cada caso de inmigración es personal, y su prioridad es escuchar atentamente, explicar con claridad y guiar cuidadosamente.

En 2018, viajó a Dilley, Texas, durante el punto álgido de la crisis de separación familiar. Allí, trabajó más de 12 horas al día representando a madres y niños detenidos que buscaban asilo, una experiencia que reafirmó su dedicación a la defensa de los inmigrantes y al lado humano del trabajo legal.

Fuera de la oficina, a Michael le encanta pasar tiempo con su mujer, sus dos hijas y su perro. Es un ávido aficionado a los deportes y siempre está atento a cualquier partido. Dato curioso: en la universidad, pasó un verano conduciendo camiones del Kilimanjaro Safari en Disney's Animal Kingdom - un desvío único antes de la vida en los tribunales.